viernes, 5 de junio de 2009

El avión de Jorge Chávez en el Museo de la Nación?


Hace un par de años tuve oportunidad de conocer los Museos de Ciencia y Tecnología de Chicago y París; además de aviones y locomotoras, tal vez lo que más me impresionó fue que ambos incluían sendos submarinos (especialmente porque esas dos ciudades están bastante lejos del mar).

Estaba convencido de que estos Museos eran lujos reservados a países ultrarricos, hasta que descubrí que los niños peruanos también podían visitar un submarino en el Callao. Solo faltaban los aviones y locomotoras!

Curiosamente, aviones y locomotoras no faltan en nuestro medio: de hecho, están disponibles en muchos parques no solo de Lima sino de buena parte del Perú; incluso el alcalde de Salaverry me comentó que le habían ofrecido un segundo submarino.

Primera Propuesta
En un "Encuentro Científico Internacional" inmediatamente propuse la creación de un "Parque Temático de la Innovación Tecnológica" alrededor del submarino del Callao, agregándole el avión de Jorge Chávez (actualmente semiabandonado en una cafetería del Jirón de la Unión) y otros artefactos igualmente notables que pudieran conseguirse. Algunos se quedarían al aire libre, y en alguna clase de hangar de muy bajo costo los menos resistentes a la intemperie.


Los presentes en este evento me contactaron con Jorge Heraud, quien luego me contó que el director del INC Guillermo Lumbreras consideraba el Museo de la Nación (ocupado en un 10%) muy poco apto para la exhibición de piezas arqueológicas, y con el presidente Toledo se lo cedieron para que fuese dedicado a "Museo de Ciencia, Tecnología e Innovación Tecnológica", de acuerdo con el proyecto de ley de Doris Sánchez (de Perú Posible).
Preocupado por cómo llenar semejante mastodonte, Heraud contactó a las fuerzas armadas, que pusieron a su disposición aviones, helicópteros, tanques...y hasta un submarino, que le ofrecieron dejar delante del Museo de la Nación de la avenida Javier Prado!
Heraud consiguió también donaciones de empresas nacionales y de gobiernos extranjeros.
Y, por supuesto, estaba previsto que esa muestra incluyese el avión de Jorge Chávez.

Segunda Propuesta
Al final, Heraud me convenció de que mi idea del Callao no valía la pena (*), y que darle al "Museo de Ciencia, Tecnología e Innovación Tecnológica del Perú" la ubicación urbana más destacada, accesible desde toda la ciudad, enviaría al país y al mundo un mensaje poderosísimo.

El asunto es alinear el más alto nivel político con este concepto.

Poco después, tuve oportunidad de mencionar este proyecto (abortado por el cambio de gobierno) al alcalde de San Borja. Me contó que, en el terreno adjunto al Museo de la Nación, Alan García había encargado a un patronato privado la construcción del "Gran Teatro de la Nación".

Este es el diseño que el arquitecto Bernardo Fort Brescia propone para el "Gran Teatro de la Nación", entre la Biblioteca Nacional y el Museo de la Nación.

A esas alturas, esta nueva opción también ha naufragado porque la recaudación de los 30 millones de dólares que estaban presupuestados se ha estancado por la falta de interés del empresariado en ese tema.
Los directivos de ese patronato (originalmente creado para impulsar la construcción del "Gran Teatro de la Nación") tienen claro que sería desperdiciar el millón de dólares que sí pudieron reunir en un primer momento de entusiasmo, comenzando una obra que no podría concluirse en un solo período de gobierno porque seguramente terminaría como las columnas del tren eléctrico.
Les ha parecido una buena alternativa para ese lugar invertir ese dinero con el que ya cuentan en un edificio que fuese tanto vistoso y atractivo como sumamente económico y de muy rápida construcción (**), tal como el que proponemos como "Ala de Ciencia, Tecnología e Innovación Tecnológica" del Museo de la Nación, que es más parque que edificio. La condición es que logremos convencer al presidente García de cambiar de proyecto.


Así que, mi estimado Gustavo, estamos de acuerdo. De voluntad política se trata.

*Curiosamente, en el Callao se han venido realizando "Parques Temáticos" reuniendo colecciones de máquinas viejas en espacios públicos, como propusimos en el "Encuentro Científico Internacional".

**La idea de “un edificio sumamente económico y de muy rápida construcción” (como un supermercado) es que pueda replicarse en las siete ciudades que el Acuerdo Nacional señaló debían contar con museos de Ciencia y Tecnología para el 2006 (Lima y Arequipa), el 2011 (Piura, Trujillo y Huancayo), y el 2016 (Cuzco e Iquitos).

miércoles, 3 de junio de 2009

Jorge Chávez, los hermanos Wright y Confucio


Me lo contaron y lo olvidé

Lo vi y lo entendí
Lo hice y lo aprendí
Confucio

Los hermanos Wright

Partiendo de las sencillas tecnologías que aprendieron a dominar en su provinciano taller de bicicletas, de la sistemática observación del vuelo de las aves y de innumerables experimentos, los hermanos Wright diseñaron una enorme cometa, a la que añadieron un motor construido por ellos mismos, y en 1903 lograron la ansiada conquista del milenario sueño de volar.
De paso, contribuyeron a definir de qué se iba a tratar en gran parte el siglo XX.

Uno puede toparse con una réplica del primer artefacto producido por el ingenio humano capaz de volar (sin ser un globo) en Museos de Ciencia, Tecnología e Industrias como el de Chicago,

en Museos Aeroespaciales como el Smithsoniano de Washington D.C.

o el de Santiago de Chile,

y en el Aeropuerto de Dayton (Ohio), de donde los Wright eran originarios.

La intriga que suscita el encuentro con un objeto tan radical es el componente más esencial de la experiencia: desconcertada, nuestra inteligencia se siente retada a comprender cómo es que este conjunto de palos, cables y tela permitieron resolver el acertijo que a tantos antes les costó la vida.
Nuestra mirada descubre lo que le da sentido a ese conjunto de humildes elementos: la forma que tiene cada uno, y el modo en que están organizados.
Y hemos comenzado a re-descubrir cómo construir un artefacto capaz de volar.

Podemos confirmar qué tan acertada resultó ser esa imagen mental en los diagramas incluidos en alguno de los libros que ofrece la infaltable tienda de regalos del museo en el que enfrentamos la portentosa presencia de la versión más primitiva del aeroplano:

al nombrar cada pieza, su función dentro del conjunto es explicitada.

La tienda de regalos del museo nos ofrece también la oportunidad de llevar a casa un modelo a escala del legendario Flyer por unos veinte dólares.

Como bien dice el comercial, la experiencia que hace posible este juguete no tiene precio: al sacar de su linda caja unas pocas piezas de madera balsa y un planito, nos hemos metido en el túnel del tiempo, hemos viajado a 1903 y, al lado de nuestros maestros y socios Orville y Wilbur, estamos construyendo, paso a paso, cuaderna por cuaderna, el primer avión de la historia.

Y con un simulador podemos despegar el Flyer de los hermanos Wright del Aeropuerto Jorge Chávez o el Rodríguez Ballón de Arequipa para aprender a volarlo sin poner en riesgo nuestra integridad física y casi sin gastar dinero.

En otro estante de la tienda, Orville y Wilbur nos guiñan el ojo desde la cubierta de una historieta, de videocassettes con un documental o un dibujo animado.

Si lo añadimos a nuestro carrito de compras, sus esfuerzos cada vez más exitosos por despegar del suelo sin morir en el intento cobrarán vida en la pantalla de nuestro televisor.

Compartiremos su angustiosa lucha para proteger su invento y registrar su propiedad intelectual, negociaremos la venta de la patente, disfrutaremos de las merecidas recompensas y honores.
Confucio

Cada una de las versiones del refrán que cito al principio confirma que el autor al que se le atribuye no tenía ninguna confusión respecto de cómo se aprende.

Desde el primer verso, resulta bastante claro que Confucio considera a la “enseñanza” una actividad muy poco eficaz para suscitar aprendizajes.

Los países cuyas economías se basan en la innovación tecnológica tienen tan claro como Confucio que esta capacidad no es algo que se desarrolla dejando que un profesor te la cuente en un aula. Estas sociedades ponen al alcance de sus nuevas generaciones un ecosistema enriquecido con nutrientes como los descritos más arriba, recursos que encarnan milimétricamente las sugerencias del antiguo pensador chino (o japonés?): libros ilustrados, modelos funcionales a escala, videos.

En los Museos de Ciencia, Tecnología e Industrias uno puede toparse con una amplia variedad de productos del ingenio humano. Una chica o un muchacho que se sintiesen lo suficientemente intrigados por comprender cómo funciona una máquina de vapor, un motor de combustión interna, o un brazo robótico, podrían, si sus padres pueden pagarlo, regresar a casa con los medios más amigables que existen para apropiarse de ese conocimiento.

Como resultado de su interacción con estos recursos, habrían hecho suya la manera de pensar que dio origen a esos artefactos.

Equipados con esa actitud, sus neuronas comenzarían a recombinar en formas inéditas los componentes de esos artefactos conocidos cada vez que experimenten una dificultad que puede ser resuelta mediante una innovación tecnológica.

Jorge Chávez

Jorge Chávez no construyó la máquina voladora con la que cruzó los Alpes en 1910: la inventó el francés Louis Blériot, que en 1909 atravesó el Canal de la Mancha con ella.


Jorge Chávez es el primer compatriota que se involucró con la naciente aviación.

A diferencia del Flyer de los hermanos Wright, el Blériot XI sí fue un verdadero bestseller, y de hecho estableció la arquitectura definitiva del aeroplano del siglo XX.

El Blériot XI

La exhibición de una réplica del primitivo Blériot XI de Jorge Chávez despierta en la mente de quienes la observan las mismas preguntas que suscita el sorprendente Flyer de 1903, y algunas más.

Poner a disposición de los más curiosos las herramientas que les permitan aclarar sus interrogantes, y comenzar a apropiarse de la tecnología implícita en cada componente del aparato, no es imposible, y ni siquiera es caro.

El Centenario del cruce de los Alpes el 2010 es una magnífica oportunidad para hacerlo.

Las escuelas peruanas pueden empapelarse con afiches que hacen explícita la anatomía del rústico aeroplano que hizo historia al cruzar el Canal de la Mancha en 1909 y los Alpes en 1910.

Si luego se añade el afiche del Monitor Huáscar que dibujara el arquitecto José Pinzás, las más humildes aulas, sin importar si sus paredes son ladrillos o esteras, se habrían convertido en sendas Capillas Sixtinas de la Tecnología.



Cuánto disfrutarán los chicos y chicas del Perú cuando tengan la oportunidad de caminar alrededor de una réplica del Blériot XI de Jorge Chávez y observar las pequeñas poleas que transmitían las elementales órdenes (derecha-izquierda, arriba-abajo) que el piloto enviaba con el movimiento de sus manos y sus pies a la cola y el timón de profundidad; seguramente muchos comentarán a sus compañeros cuánto se asemeja la estructura del avión a la de una torre de alta tensión, la de sus alas a las de los murciélagos.

Tal como en el Museo de la Nación los niños reciben cartulinas impresas que recortan para fabricarse tocados como los que usaban los antiguos peruanos, podrían llevarse, como recuerdo de su visita al avión de Jorge Chávez, un económico modelo de armar con el que su fantasía se echaría a volar.


Algunos construirían sus propios modelos con palitos e hilo.

Otros volarían el Blériot XI del Flight Simulator por la geografía del Perú.


No faltaría uno que, como Paolo Nicoli, rescriba una historia -tal vez en comic- en la que Jorge Chávez solucionó oportunamente el problema técnico que hizo terminar trágicamente el primer cruce de los Alpes y, luego de ese obligado paso previo, pudo superar el verdadero desafío, que es lo que para la integración del Perú suponía la cordillera de los Andes. Jorge Chávez, en esa historia alterna, seguramente habría venido a la patria de sus padres, a construir aviones para poner en marcha nada menos que sus propias Aerolíneas Sudamericanas.

Y ninguno de los chicos y chicas del Perú que se hubiese parado frente a la réplica del primitivo Blériot XI de Jorge Chávez dejaría de ver el capítulo dedicado por Tony Zapata o Gonzalo Torres al prócer de la aviación peruana.


El mismo proceso podría repetirse con esos aviones y locomotoras a los que a veces es posible treparse en muchos parques del Perú.


A falta de Museos de Ciencia y Tecnología, y sin querer queriendo, los peruanos nos habríamos hecho de una red nacional de Parques Temáticos de la Innovación Tecnológica.
Con tienda de regalos y todo.
Si el año siguiente los niños peruanos han podido armar un brazo robótico,

incluso aquellos que luego no hubiesen podido terminar el colegio estarán en condiciones de construir un Vehículo Aéreo No Tripulado,...y casi cualquier otra cosa que se propongan.

Con esos recursos humanos, el Perú dejará de ser un país subdesarrollado para comenzar a ser un país en vías de desarrollo.

lunes, 11 de mayo de 2009

El biplano de Jorge Chávez

Muchos peruanos creen que Jorge Chávez realizó el histórico primer cruce de los Alpes en Setiembre de 1910 en un biplano. Esta imagen ha sido instalada en nuestra memoria colectiva por la industria cultural peruana.

El trailer del programa de televisión de Canal Plus “A la vuelta de la esquina” presenta a un actor disfrazado con el atuendo característico de Jorge Chávez junto a un biplano del Museo Aeronáutico de la Fuerza Aérea del Perú.
Pudiendo filmar al actor junto a la réplica del Blériot XI que se encuentra en la plaza principal de la Base Aérea de Las Palmas, escogieron el artefacto equivocado. Es bastante obvio que buscaban el que más se pareciera a la lámina escolar 213 de la Editorial Huascarán.

Es muy probable que Jorge Chávez aprendiera a volar en un biplano, pero el Blériot XI con el que luego realizaría su más importante hazaña tiene solo un plano alar.
Ese es uno de los pocos hechos correctos en el bizarro “Bleirot” (sic) dibujado por Josué Maguiña.

El aeroplano con el que el francés Louis Blériot protagonizara el exitoso primer cruce del Canal de la Mancha en 1909 (quien tuvo la precaución de incluir un flotador por si caía en el mar) se convirtió en un inmediato bestseller. Muchos ejemplares fueron ordenados por los militares y los deportistas más acaudalados. Una modificación que interesaba a los militares era añadir un segundo tripulante que pudiera ejecutar diversas tareas.
Jorge Chávez, que antes se había apasionado por las carreras de autos, introdujo sus propias modificaciones al Blériot XI que adquirió, especialmente un nuevo diseño del tren de aterrizaje posterior.

Jorge Chávez despegó con este aeroplano de Briga, en Suiza, se dirigió al Simplón, el punto más bajo de la cordillera, y fue el primero en atravesar los Alpes, proeza hasta entonces inédita por la que alcanzaría la inmortalidad. Pero el recorrido terminó con un brutal y accidentado aterrizaje en Domodossola, Italia, que le costó la vida.

La réplica que se exhibe en la Base Aérea de Las Palmas es conocida con el improbable oxímoron de “réplica original” porque en ella se habrían incorporado fragmentos del Blériot XI siniestrado en ese vuelo histórico. Actualmente está siendo restaurada en el SEMAN (Servicio de Mantenimiento) de la FAP.

El piloto y artista plástico Gastón “Chany” Garreaud construyó en el SEMAN de la FAP una nueva réplica con la que se proponía repetir en 1985 el cruce de los Alpes, con motivo del 75 aniversario de la hazaña de Jorge Chávez. El artefacto quedó seriamente dañado en el primer vuelo de prueba en la Base Aérea de Las Palmas.
Pasó a exhibirse en la explanada delante del Aeropuerto Jorge Chávez, y luego en el hall principal. Las obras de remodelación del Aeropuerto hicieron necesario reubicar la réplica del Blériot XI.
Ante el poco interés mostrado por el Museo de la Nación, el aeroplano terminó en el Aeroclub del Perú, poco más que una cafetería en el Jirón de la Unión. Garreaud propuso entonces la construcción de un museo destinado a Jorge Chávez y su avión en el parque Domodossola de Miraflores, pero la Municipalidad no hizo suyo el proyecto.
Esta réplica fue prestada en el 2008 al Instituto Cultural Peruano Norteamericano como parte de la exposición retrospectiva de la obra de “Chany” Garreaud.
Se aproxima el centenario del histórico primer cruce de los Alpes en Setiembre de 1910.
Dónde debería exhibirse la réplica del Blériot XI de Jorge Chávez?